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Foto del escritorGaston Pasquini

El halcón que no podía volar


Un rey recibió como obsequio dos pichones de halcón y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara.

Pasados unos meses, el instructor le comunicó al rey que uno de los halcones estaba educado pero que no sabía qué le sucedía al otro. Desde que había llegado al Palacio, no se había movido de la rama, hasta tal punto que había que llevarle el alimento.

El rey mandó llamar a curanderos y sanadores pero nadie pudo hacer volar al ave. Entonces hizo público un edicto entre sus súbditos y, a la mañana siguiente, vio al halcón volando en sus jardines.

– Traedme al autor de este milagro – pidió.

Ante el rey apareció un campesino. El rey le preguntó:

– ¿Cómo lograste que el halcón volara? ¿Acaso eres un mago?

– No fue difícil – explicó el hombre. – Tan solo corté la rama. Entonces el pájaro se dio cuenta de que tenía alas y echó a volar.


A veces, es necesario quedarse en la rama para recuperar fuerzas pero si nos quedamos en la zona de confort durante mucho tiempo, jamás sabremos cuán lejos habríamos sido capaces de llegar. Por eso, en ocasiones necesitamos que alguien nos corte la rama o tener el valor de cortar la rama a los demás. Asegúrate de no ser tú quien dificultes el vuelo a otra persona o de que otra persona no te impida volar.


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