En los últimos años se ha llevado a cabo investigación sugerente
relativa a la eficacia de la Medicina Tradicional China en lo relacionado
con la salud mental. Se ha demostrado la eficacia en problemas de
ansiedad (Díaz, Martín y González, 2002), del trastorno por estrés
postraumático (Holliefield et al, 2007), ansiedad y depresión (Warren,
2004), depresión y esquizofrenia (Smith, 2004) .
Respecto a esta última, los hallazgos muestran que la acupuntura
puede ser tan efectiva como la clorpromazina (nombre comercial
Largactil) en el tratamiento de los síntomas esquizofrénicos (Beecroft y
Rampes, 1997), que la acupuntura se puede asumir como un tratamiento
eficaz para la psicosis (Harbinson y Ronan, 2006), que la
electroacupuntura junto a las dosis bajas de neurolépticos es tan eficaz
como el tratamiento con otras dosis de antipsicóticos y además no
produce tantos efectos secundarios (Gang, Shu-Bai y Liang-Dong, 1997),
que la combinación de fitoterapia y drogas neurolépticas es beneficiosa
(Rathbone, 2005) y, que se puede confirmar la utilidad de la acupuntura
en el tratamiento de la esquizofrenia.
Sin embargo, los estudios recientes no se consideran
suficientemente en la literatura científica a causa, entre otras cosas, de
determinados déficits metodológicos. No deja de ser curioso, como
afirman Llopis y Moltó (2009), que una disciplina de más de 4000 años de
antigüedad y destinada a explicaciones y tratamientos causales tenga que
someterse a los criterios propios de un paradigma reciente y de baja
capacidad explicativa. Sin embargo, y precisamente por ello, se considera
importante tener en cuenta los siguientes aspectos:
El diseño debe preservar las cualidades del marco teórico de
referencia, la Medicina Tradicional China.
La necesidad de que los tratamientos sean personalizados
no debe ser incompatible con la “honorabilidad” de la
investigación (Giovanardi, 2009).
Mente y salud mental conceptualizadas desde la Medicina Tradicional China
Como no puede ser de otra manera, las diferencias culturales son
cruciales a la hora de ponerse a encajar los términos y procesos de lo
psíquico en la cultura china. No es razón suficiente, sin embargo, para
desechar sus aportaciones o para considerarles enemigos de lo individual
o de la psicoterapia.
El primer concepto a tener en cuenta es el de Shen. Shen puede
traducirse por “mente” con alguna precaución porque incluye:
pensamiento, conciencia, percepción, comprensión, autoconciencia y
memoria. Es decir, los procesos cognitivos y metacognitivos y los
recursos cognitivos (atención memoria, concentración). Por otro lado,
incluye todos los aspectos emocionales. Y, por último, incluye una cierta
“vitalidad psíquica”.
Este Shen contiene cinco aspectos funcionales:
* Hun, alma etérea. Equivaldría al “alma” de la cultura occidental y
se asienta en el Hígado. Sus funciones dependen mucho del estado de
la sangre así como de la fluidez de Qi (energía vital). En estado normal,
se manifiesta como comunicación, relación, entusiasmo, imaginación, valor.
Mostrado en estado patológico puede identificarse como cólera (afección
al Yang de Hígado), depresión o miedo (por insuficiencia de sangre de Hígado)
o bloqueos emocionales (por estancamiento del Qi de Hígado).
*Po, alma corporal. Tiene su asiento en Pulmón. Es la contrapartida Yin a Hun,
la parte más unida a lo corporal, sensaciones y sentimientos.
Es responsable de la vida y funciones vegetativas y su expresión
“patológica” es la tristeza.
*Yi, intelecto, aspecto reflexivo. Asociado al Bazo. Cuando se encuentra
en estado de insuficiencia, aparecen olvidos, dificultad de concentración o
incapacidad para dejar de dar vueltas a las cosas.
*Zhi, voluntad, reside en el Riñón y se asocia a la capacidad de acción y realización,
voluntad. Cuando se encuentra en estado de insuficiencia aparece la
apatía, el desinterés.
En base a estos aspectos del Shen, se puede analizar el mundo emocional del sujeto. Actualmente, existe cierto consenso para asumir la equivalencia de los estados emocionales con la afectación de determinados órganos y con su correlato “fisiológico”.
Aquí hay algo importante que aclarar. En M.T.C. no existe lo psicosomático, porque no existe la división entre somático y psíquico. Si ambas cosas son facetas de lo mismo, no puede haber una relación causal entre ellas, ocurren a un tiempo. Un ejemplo: si un acontecimiento externo produce ira, aparece al mismo tiempo el bloqueo de Qi hepático, que a su vez afecta a Corazón (todas las emociones terminan afectando a Corazón). Esta creencia errónea, esta división entre psíquico y somático está muy difundida incluso entre profesionales de la M.T.C. (Chengu,1978)
La locura en la M.T.C.
Por trastornos mentales, en sentido genérico, se entiende en MTC
a las situaciones en las que la persona, debido a diferentes motivos, sufre
un desequilibrio en las funciones de los órganos y vísceras al tiempo que
hay un debilitamiento del Qi (energía vital), Xüe (sangre), líquidos
orgánicos y el Jing (esencia principal). En otros casos, la dificultad se
encuentra en obstrucciones en la libre circulación de Qi, Xüe y líquidos.
Es conveniente reflexionar ahora sobre el origen de los trastornos
mentales en Occidente. Los trastornos mentales no existen (como tales).
No dejan de ser constructos (categorías consensuadas a priori) viables
socialmente para una determina población (o casta), en este caso, los
profesionales. No existen realmente. A las personas les ocurren cosas,
las personas afrontan los hechos que les ocurren, las personas sufren y
disfrutan. Y los diagnósticos intentan agrupar hechos que ocurren con
frecuencia juntos. Si ocurre que una persona llora frecuentemente, se
culpabiliza, se aísla y ve el futuro negro, se le suele diagnosticar de
trastorno depresivo. Pero existen más síntomas que suelen ser
habituales. Y alguno de estos síntomas es menos frecuente que los otros.
Con esto se quiere transmitir la idea de que tan válidos como estos
diagnósticos pueden serlo otros, siempre que demuestren su validez
estadística. Por lo tanto, no existe una necesidad real de traducir
diagnósticos chinos a diagnósticos occidentales y viceversa. Es más,
conviene no hacerlo. En MTC existen, por ejemplo, los trastornos internos
del fuego y de la flema, cuyos síntomas son: fiebre alta, irritabilidad,
disforia, delirio y a veces insomnio. Seguro que muchos cuadros
maníacos o delirantes pueden incluir estos síntomas, pero reducirlos a
ello es un error.
En realidad, aunque mediante la diferenciación de síndromes se
afine en la causa atribuida a un malestar, las categorías utilizadas
frecuentemente en la M.T.C. para referirse a la psicopatología son pocas:
melancolía, síndrome Dian (“locura depresiva”), síndrome Kuang (“locura
agitada”) y síndrome mixto Dian‐Kuang. Esta clasificación somera
presenta grandes ventajas, al igual que hasta el último cuarto de siglo XX
ocurría en Occidente. Cuantas menos categorías, menos probabilidad de
patologizar las reacciones emocionales que forman parte de las vivencias
de cualquiera de nosotros.
Alejandro Bello
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